Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

23 ene 2024

LOS NUEVOS RICOS

 MIRAR Y VER

LOS NUEVOS RICOS

ISABEL AGÜERA

Como un sueño recuerdo aquellos años de mi infancia, años de la posguerra en los que la palabra estraperlo, pronunciada siempre secretamente, era sinónimo de chanchullo, o negocio fraudulento. 

No obstante era el hambre como el telón de fondo que hacía circular mercancías prohibidas que se cambalacheaban o compraban a cualquier precio, dado que en ello, y en buena parte, se jugaba la supervivencia y que supuso la aparición de nuevas y grandes fortunas conseguidas con esta venta ilegal de productos. 

Pero he aquí que hoy día la cultura, definida de tantas y variadas formas, podemos reducirla, con toda propiedad, al reflejo de la sociedad y la totalidad de lo creado en ella y al escenario de nuestro patrimonio cultural ha llegado el mercadeo, el tráfico cultural: si tú me das, yo te doy, si tú tienes posición, medios, si no vales yo te promuevo, si no, te ignoro. 

Se impone, a poco que estemos atentos, una cultura homogénea, la cultura del vale todo basada en la descalificación, influencias y competencias. El tener sustituye al ser. Todo se vende y se compra para buscar el objetivo principal: el éxito social, que sin embargo es inalcanzable porque se apoya en el consumo sin fin. No importan tanto, ¡ni mucho menos!, la calidad, como la cantidad, los premios logrados, el número de obras publicadas, las veces que somos objeto de cámaras televisivas, de entrevistas, artículos, etc. 

La metodología actual apunta, pues, a lograr éxito mediante una práctica de negociación de competencias. Y de ahí los «nuevos ricos» en todos los ámbitos de la cultura, con pies de barro, cuya efímera gloria tan solo será deslumbrón de ingenuos por un día porque sus bajos vuelos, van cubriendo de grandes lodos sus ridículas alas. 

Es curioso que hasta en sencillos juegos se compren letras al fin de ganar al adversario La cultura -- A. Malraux-- es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida, y ejemplos, muchos tenemos. La cultura, la legítima cultura es el camino que hace nobles a los pueblos. La compra-venta, los arruina.

31 dic 2023

Feliz año 2024


 Os deseo, amigos un nuevo año cargado de salud, paz y amor. Un fuerte abrazo.

25 ago 2023

EL CHIQUILLO

 


Había dejado de llover.  
Por el camino olía a manzanilla y a tierra mojada.

Los zapatos del niño pobre chorreaban al pisar las hierbas llenas de gotitas que parecían colgadas de sus débiles tallos.

Por el cielo, nubarrones y claros de un azul celeste brillante.

La escuela se veía a lo lejos,  blanca, como un copo de nieve, coronando aquel montón de tejados marrones que era la aldea.

Un hombre, a lomos de un gracioso borriquillo, se cruzó co él : 

¡Aligera el paso, muchacho,  que va a llover otra vez! - exclamó, sacudiendo sus pies que transmitieron al borrico un repentino y alegre trotecillo.

Las nubes corrían por encima de su cabeza. Repentinamente oscureció. El sol, como en divertidas volteretas, aparecía y desaparecía en fogonazos que teñían el camino de tonalidades violetas y anaranjadas.

Detrás de la aldea, las montañas clareaban en un limpio celeste.

Saltando pequeños charcos de barro, con un  morral por cartera a cuestas y arrebujado en un tieso e indigente impermeable caminaba, con prisa ya, la cuesta arriba.

De pronto se quedó eclipsado. De una montaña a otra, se extendía majestuoso, brillante, rojo, verde, anaranjado, violeta... el arco iris.

 ¡Qué hermoso era! Parecía como si la mano invisible del ángel de la luz lo hubiese dibujado sobre el horizonte.

En la escuela lo castigaron por llegar tarde. Pero dentro de él canturreaba una voz: la de su madre:

                                

                             ¡Cuando llueve y hace sol

                              sale el arco del Señor... !


                                        ¡Cuando llueve y hace frío

                              sale el arco del judío!



Sí, ahora sé que el arco del Señor es el camino. ¿Por qué a veces pierdo de vista su deslumbrantes esplendor? 

Tal vez sea que me quedo ciega o, tal vez,  que atroche por alguna incierta vereda... ¡Pena, en cualquier caso!

Pero no me perderé jamás un sólo arco iris. Sería como quedarme irremediablemente sin vista, sin el más bello  pálpito de la vida.